Mislata (Valencia), 1945
Vive y trabaja en Mislata
La obra del escultor valenciano Miquel Navarro se caracteriza por su persistente exploración del paisaje urbano. Inicialmente entrenado como pintor, Navarro produjo imágenes bidimensionales con formas geométricas, estructurales y arquitectónicas: segmentos de paisajes o ciudades imaginarias. En los años setenta Navarro cambió su enfoque hacia la escultura y comenzó a trabajar en sus llamadas Ciudades; las instalaciones escultóricas que se establecen directamente en el suelo, que contienen muchos componentes geométricos separados en formas y materiales variados; terracota, hierro, zinc y aluminio formando paisajes industriales de ficción urbana.
La obra de Navarro trata sobre el tiempo y el lugar, originario de su entorno nativo, en el suburbio valenciano de Mislata, donde continúa viviendo. Sus esculturas reflejan la experiencia personal del artista en la variabilidad de paisaje artificial; “Mi trabajo está basado en mi experiencia, y varía de lo rural a lo urbano, de la naturaleza a lo industrial. Esto puede explicarse por las características del pueblo donde nací. En los años cincuenta esta ciudad tenía grandes extensiones de tierra fértil (actualmente pertenecientes a Valencia), y una buena cantidad de industria, que se ha expandido a lo largo del tiempo”.
En los mundos escultóricos de Navarro, nuestro propio cuerpo se confronta con sus obras, con la escala y la miniaturización. El espectador es invitado a navegar físicamente sus obras en el espacio real, pero simultáneamente también, se proyecta mentalmente en el espacio en una escala imaginaria. En las palabras de Navarro; “cuando se define una ciudad, se define un cuerpo”. Navarro nos invita a navegar por estas instalaciones urbanas y a reflexionar sobre la noción de la escala humana y la diferencia entre lo real y lo cerebral. De este modo, sus obras representan una visión filosófica de la realidad, en la que uno debe ir más allá de la lógica para experimentar lo grande en lo pequeño.
Las obras de Navarro llevan una cierta abstracción en la que utiliza figuras geométricas para transformar el arte en un sistema. Canaliza su trabajo hacia un sistema de unidades infinitas, a veces cientos de piezas pequeñas, prismas, pirámides, cilindros, conos ubicados uno al lado del otro. La expresión se vuelve casi intemporal y el espectador es desafiado a mirar por debajo y más allá de lo aparente en los sugestivos espacios urbanos metafóricos arquitectónicos presentados en la obra.